Llegó la hora.
Jesús está celebrando la pascua, la última cena con sus discípulos.
Jesús vuelve a recordarles que va a partir, que va a morir.
En unas horas, Jesús sería arrestado y juzgado injustamente, para ser condenado a morir en una cruz.
Los discípulos no entienden a pesar de las explicaciones que les da Jesús.
Sienten abandono, incapacidad e impotencia.
Abandono porque Jesús les ha dicho que se va a ir.
Incapacidad porque reconocen ser débiles, pecadores.
Impotencia porque saben que no tienen el poder para realizar la misión a la que Jesús les ha llamado.
Pero Jesús les dice con claridad:
»No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí.
No sólo eso, les da certeza:
Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.
Jesús no los está abandonando. Se irá por un tiempo. Debe completar su misión en la tierra y luego en el cielo.
Jesús anuncia que regresará. No hay abandono. No debe haber temor.
Además, Jesús les da su ubicación:
Yo soy el camino, la verdad y la vida—le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí
Jesús nos dice también a nosotros, con claridad, que Él está con el Padre y nos da sus ubicación, sus coordenadas:
LATITUD (horizontal) CAMINO
LONGITUD (horizontal) VERDAD
ALTITUD (vertical) VIDA
Estas georeferencias no tienen como base el centro de la tierra, sino el cielo mismo: JESÚS
No estamos solos.
Jesús prometió regresar por nosotros, escuchar y responder nuestras oraciones.
Jesús nos presentó a un Compañero, alguien como Él, de su misma naturaleza, un Abogado, un Consejero, alguien que durante todo el tiempo de su ausencia supliría su presencia: El Espíritu Santo.
Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes.
A todos un día nos cae la noche, como a Jesús y los discípulos.
Cuando menos esperamos, nos suceden cosas y nos damos cuenta que estamos camino a nuestro personal calvario, camino a la cruz.
Así como los discipulos, hemos experimentado a Dios, a través de su Palabra.
Tenemos momentos preciosos donde anhelamos entregarnos a Él por completo.
Pero, cuando llega la noche, cuando todo se pone difícil.
¿Cuál es mi motivación, cuando la vida esta desafiando mi devoción a Dios?
Cuando la angustia y miedo se convierte en un mar embravecido de emociones en nuestro corazón debemos recordar que Jesús nos regaló al creer en Él.
Seguridad de nuestro destino eterno: El cielo.
Seguridad de nuestro presente: Un camino.
Seguridad de una comunión con Dios: Oraciones respondidas.
Seguridad de tener a Jesús siempre: El Espíritu Santo.
Aquí el resumen:
Un futuro seguro.
Un presente claro.
Un pasado resuelto.
Dios con nosotros.
Dios en nosotros.
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