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“Pan de cada día”

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Robert Murray M´Cheyne es famoso por su plan de lectura anual de la Biblia. De acuerdo a este plan, es posible leer, en un año, una vez el Antiguo Testamento y dos veces el Nuevo Testamento y los Salmos, a un ritmo de cuatro capítulos por día.

El plan tiene la  singularidad de estar organizado en dos partes:  “Familia” y “Privado”. De esta manera, procuró un balance entre la lectura en familia y la lectura privada, de devoción personal. (Hoy resulta “complicado”  que alguien lea cuatro capítulos diarios de la Biblia).

El plan inicia apuntando a cuatro comienzos relatados en la Escritura: El mundo (Génesis 1), el evangelio (Mateo 1), el pueblo de Israel (Esdras 1) y la iglesia (Hechos 1).


M´Cheney, de origen escocés, vivió entre los años de 1813 y 1843. Murió a los veintinueve años de edad. Estuvo en el ministerio por siete años. Fue pastor de la iglesia de San Pedro en Dundee, Escocia.

A finales del año de 1842, con el propósito de animar a su congregación a leer toda la Biblia, preparó este plan de lectura anual, al que llamó “Daily Bread” (Pan de cada día).

M´Cheney falleció el 25 de marzo de 1843, unos pocos meses después de la publicación de su plan. No le fue posible concluir su lectura a la par que su congregación.

“…Debería leer tres capítulos de la Biblia en privado cada día, al menos..” Los días de reposo por la mañana, debería repasar todos los capítulos leídos durante la semana; sobre todo, los versículos subrayados. Debería leer en tres partes distintas; debería leer también según los temas, las vidas…”

M´Cheney hacía las siguientes advertencias sobre su plan de lectura:

1. Formalidad. Somos criaturas tan débiles que cualquier deber habitual está propenso a degenerar en una forma sin vida. La lectura de la Palabra conforme a una regla fija puede, en algunas mentes, manifestar una tendencia a crear una religión básica. Este ha de ser el pecado característico de los últimos días ―“Teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder”―. Evitemos esto. Que el calendario perezca en lugar de que esta herrumbre consuma las almas de ustedes.

2. Auto justificación. Algunos, habiendo ya dedicado su tiempo asignado a la lectura de la Palabra, y habiendo completado su porción prescrita, pueden sentir la tentación de mirarse a sí mismos con autocomplacencia. Estoy convencido de que muchos viven sin una obra divina en sus almas ―sin haber sido perdonados ni santificados, y listos para perecer―, los cuales pasan sus tiempos establecidos en disciplinas devocionales privadas y familiares. Esto es irse al infierno con una mentira en la mano derecha.

3. Lectura descuidada. Son pocos los que tiemblan ante la Palabra de Dios. Pocos, al leerla, oyen la voz de Jehová, la cual está llena de majestad. Algunos, teniendo una porción tan grande, pueden verse tentados a hastiarse de ella, como Israel se hastió del maná, diciendo “Detestamos este alimento tan miserable”; y a leerla con ligereza y descuido. Esto sería provocar terriblemente a Dios. Preste atención para que no se cumpla en usted esta palabra: “También decís: ‘¡Ay, qué fastidio!’ Y con indiferencia lo despreciáis ―dice el Señor de los ejércitos―”.

4. Un yugo demasiado pesado que cargar. Algunos pueden ocuparse en la lectura con prontitud durante un tiempo y luego sentir que es una carga dolorosa de llevar. Pueden descubrir que la conciencia les arrastra a través de la tarea asignada sin experimentar deleite alguno en el pan celestial. Si este fuera el caso de alguien, deseche este grillete y aliméntese con libertad en el dulce huerto de Dios. Mi deseo no es tenderles una trampa, sino ayudarles a alcanzar el gozo.

Por otra parte, explicaba sus ventajas:

  1. Toda la Biblia, de manera ordenada, en un año.

  2. No hay tiempo perdido en la selección de la porción del día.

  3. Algo para hablar con los niños y amigos. El culto familiar puede centrarse en un texto común.

  4. El pastor y el rebaño en la misma página.

  5. Experimentar el vínculo de la unidad cristiana.

“Oraremos por las mismas promesas, lloraremos por las mismas confesiones, alabaremos a Dios en las mismas canciones y seremos alimentados por las mismas palabras de vida eterna”.

Toma en cuenta lo siguiente: Hay cuatro porciones de la Biblia por día. Las primeras dos lecturas corresponden a la lectura familiar; las dos siguientes, a la lectura personal, divididas cada una, en un tiempo matutino y nocturno.

Este es el primer plan de lectura que sugiero y no será el último.

Por lo pronto, te ruego, decídete a leer la Biblia.

Utiliza este plan o simplemente, ve al texto bíblico, escoge uno de los sesenta y seis libros y léelo de principio a fin, una porción cada día.

¡Comienza hoy!

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