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Jesús Rey, Mesías, Cordero

Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba: —¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas! Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.—¿Quién es éste?—preguntaban. Mt. 21:8-10

Hoy es domingo de ramos.

Hoy recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.

A lo largo de sus treinta y tres años de vida, Jesús visitó Jerusalén múltiples veces de acuerdo a las costumbres judías.

Está ocasión sería especial, única, irrepetible.

Jesús montando un burrito entró a Jerusalén y la gente, muy numerosa, lo aclamó, lo vitoreó, lo recibió como rey.

Pero apenas unas horas antes, cuando Jesús iba camino a Jerusalén, les dio un anuncio a los discípulos.

Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen. Pero al tercer día resucitará.» Mt. 20:18-19.

Mientras que el pueblo lo aclama como Rey, Jesús sabe que ha de ser condenando a muerte.

Una ciudad se conmovió y unos discípulos quedaron confundidos.

Es domingo, la última semana de Jesús.

Ese día, Jesús anunció su muerte, entró a Jerusalén como Rey y visitó el templo, la casa de su Padre.

¿Qué harías tú si está fuera la última semana de tu vida?

Hoy, recordamos que:

Jesús vino.

Jesús llegó.

Jesús es Rey.

Jesús es Mesías

Jesús es Cordero, que dio su vida por la nuestra.

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