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Por dónde comenzar a leer la Biblia

No hay mucha ciencia.

Nadar se aprende en el agua y se emprende con un empujón desprevenido que te sumerge al agua, te cubre por completo y, por instantes, sin poder respirar piensas vas a morir.

Se necesita paciencia.

Leer se aprende leyendo.

Cuando abres la Biblia es como estar frente a la inmensidad del mar, solo, sin tierra a la vista.

¿Cómo leer la Biblia por primera vez?

Con paciencia.

La paciencia que se necesita para leer la Biblia surge cuando te rindes, cuando estás apunto de abandonar la lectura y decides pedirle ayuda al Autor.

¿Por qué nos peleamos con el texto?

Si tienes un reclamo con el contenido, ¡hazle llegar un comentario al Autor!

Paciencia.

Lee con paciencia.

Sumérgete al texto y no patalees.

Aunque las palabras parezcan ahogarte porque te parece no tienen sentido.

Necesitas seguir leyendo, con calma.

Necesitas pedir ayuda, hablar con el Autor.

Necesitamos aprender a dejar al texto hablar.

Reconocer que necesitamos ser salvados, de ahogarnos en el texto bíblico.

Leer, tener paciencia, seguir leyendo, nos enseña, nos recuerda, lo frágiles que somos y lo necesitados por ser rescatados.

“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.” Romanos 15:4 (RV1960)

Ahora déjame darte dos sugerencias, para ejercer la paciencia en la lectura de la Biblia.

Primero, te recomiendo adquirir un ejemplar físico de la Biblia.

No quiero decir que alguna versión electrónica no sea útil.

Sin embargo, aun cuando para estudiar me auxilio de la Biblia en dispositivos electrónicos, siento que en lugar de leer estoy jugando un videojuego, en lugar de interactuar directamente con el texto y lo que dice.

Toma la Biblia, hojea, siente las páginas en tus dedos.

Recorre con tu vista las páginas, busca el índice, revisa el contenido.

Sí, la Biblia tiene 66 libros.

Está dividido en Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.

No te conformes.

Cuenta cada libro.

Busca cada libro.

Échate un clavado.

Comprueba donde acaba el Antiguo Testamento y donde empieza el Nuevo Testamento.

Vuelve a hojear.

Pasa las hojas una tras otra.

Lee los títulos que hay en el texto.

Detente unos instantes, lee los primeros versos de cada capítulo y luego avanza las páginas solo mirando panorámicamente.

¿Ya llegaste a Éxodo, Levítico, Deutero…qué?

Así, en está primera experiencia, deja que tus dedos sientan y que tus ojos aprecien la dimensión de este libro, de este Gran Libro, el Libro de Dios.

Segundo, ¿por dónde comienzo a leer?

Yo te recomiendo comenzar por el evangelio de Marcos.

Repite el mismo procedimiento.

Antes de comenzar a leer, hojea todo el libro de Marcos.

Observa los capítulos, los subtítulos.

Detente a leer el primer versículo o el último de algún capítulo.

¿Verdad que no es una tarea imposible?

Cuando llegues al final del evangelio de Marcos, regresa al principio y comienza a leer el capítulo uno.

“Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios…” Marcos 1:1 (RV1960)

No pongas tanta atención en lo que no entiendes.

Permanece en el texto y avanza.

Te voy a decir algo, los evangelios se escribieron para leerse de corrido, en una sola ocasión.

Puede ser una limitante dada nuestra pobre condición lectora.

Leer por completo el evangelio de Marcos, no debe tomarte más de noventa minutos, es decir, lo que dura una película.

¿Demasiado para ti?

Lee el primer capítulo sin detenerte, sin desviarte.

Nada, sumérgete, empápate en el texto.

Cuando acabes de leer este primer capítulo, escribe que entendiste.

Te aconsejo tener un cuaderno para tomar notas.

Vuelve a leer el capítulo.

Cuando acabes de leer, escribe lo que no entendiste.

¿Ciencia? No.

¡Paciencia!

Ahí está la clave.

¿Te sentiste ahogar?

Pide ayuda a Dios, Él es el Autor y lo que está escrito tiene como propósito enseñar, mostrando paciencia, consolación y esperanza.

Vámonos, ¡a leer!

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