No podía entenderlo.
“¡Cómo es posible, años de escuela y en cero!” – pensaba.
Pero sí.
Hay cosas que no se pueden entender.
“¡Uy, pero si yo apenas tengo la primaria! ¿Que iré a entender?” – dirán otros.
Y eso sucede con la Biblia.
Cuando leemos la Biblia, podríamos concluir que es una narración fantástica.
No pudo haber sucedido, por ejemplo: diluvio, mar abierto, Jonás tragado por un gran pez, los milagros de Jesús, etcétera.
Sus relatos nos parecen lejanos, míticos, inentendibles.
No pueden ser verdad.
Quiero leer la Biblia y tener la razón, comprender a mi manera y moldearla a mí.
Hay una enorme distancia en años y cultura separándonos de los relatos bíblicos; sin embargo, cada vez que leo la Biblia me encuentro frente a las mismas interrogantes del presente.
Mira el Salmo 2:
¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos Contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, Y echemos de nosotros sus cuerdas. Salmo 2:1-3 (RV1960)
Dudo mucho que el salmista, haya asistido a la universidad para obtener un doctorado en como escribir y leer la Biblia.
Sin embargo, en unos pocos versos, el salmista es capaz de resumir el mundo en que vivimos y la condición que padecemos.
¿Cómo lo logra?
Observando y preguntando: ¿Por qué…?
Para preguntar hay que observar muy bien.
Para observar hay que preguntar.
Sigamos con el salmo.
Me pregunto y te invito a reflexionar, ¿qué está mirando el salmista?
Ve gentes, pueblos, reyes y príncipes en movimiento, pensando, reuniéndose, tomando decisiones… respirando contra Dios.
Luego, parece que voltea al cielo y ve a Dios reír, respirar, hablar y decidir.
Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, Y como posesión tuya los confines de la tierra. Salmo 2:6-8
Esto es lo maravilloso del texto bíblico: Nos da una perspectiva del mundo en que vivimos y más importante aún, de Dios.
Si hoy abres el periódico o te enfrascas en las redes sociales vas a encontrar una constante, la idea de conspiración, rebeldía, confrontación más la suma de ideas erróneas acerca de Dios
¿Hay una conspiración mundial? ¿Hay amotinamiento cósmico?
Respiración contra respiración: Conspiración.
La respuesta es si.
“¿Sí?” – nos cuestionamos por dentro.
No busques más. Este mundo está enfrascado en una lucha y en una equivocada idea de Dios: Dios como tirano dictador y la humanidad como un esclavo sin dignidad frente a Él.
Déjame decirte, siendo real esta idea resulta falsa.
Porque Dios no es un dictador y nunca ha estado en sus planes subyugar a la humanidad.
¿Por qué puedo afirmar con seguridad esto?
Porque está en toda la Biblia y, por supuesto, en este salmo que estamos leyendo.
La decisión de Dios para la conspiración es un Rey.
Este Rey, sin ascendencia humana, es Hijo de Dios.
Y Dios le ha concedido herencia y posesión; naciones y tierra hasta sus confines.
Hagamos una pausa.
Cada vez que estemos frente al texto bíblico, observa y pregunta.
En lugar de correr, camina; no te atropelles con el texto, buscando respuestas personales a problemas diarios.
Necesitamos que el texto hable por sí mismo y nosotros callar.
Continuando con el salmo.
Después de observar y preguntar, como cuando cruzas la calle y miras en ambos sentidos de la calle.
El salmista tiene una clara conclusión.
Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Salmo 2:10-12 (RV1960)
Es un llamado a la prudencia.
Prudencia, amonestación, servicio, alegría y honra.
Deja claro que la relación de Dios con el hombre no es autoritaria.
Dios no quiere esclavos ni robots.
Dios creó seres humanos para que aceptaran voluntariamente su gobierno de justicia y bondad.
Dios nos creo. Dios gobierna. Dios es Dios.
Nosotros somos su creación, sus criaturas: Sirvamos y honremos a Dios.
En ambos casos, servir y honrar, implica libertad y dignidad.
Ningún gobierno humano, ninguna ley humana puede ser justa y bondadosa.
A lo más que ha llegado la construcción humana es a leyes, sistemas, principios, regímenes, autoridades bajo un limitado concepto de “justicia”.
No hay leyes bondadosas. Ni gobiernos buenos.
Solo hay legalidad.
Y legalidad es limitación, como humanidad es fugacidad.
¿Qué significa todo esto para mí?
Y no mi conclusión sino la conclusión que el mismo texto nos da.
En la lectura de la Biblia, después de observar y preguntar viene la conclusión.
Después, podemos aplicar esa conclusión a nuestra vida, a nuestros problemas, a nuestras situaciones personales.
Déjame compartirte dos aplicaciones personales.
Primero, ya sé que está pasando en el mundo, hay una conspiración, hay una lucha de poderes y en el fondo es un conflicto contra Dios.
Esto me da calma a pesar de las noticias y de la situación especial que vivimos porque en este salmo he descubierto que la respuesta de Dios es justa y bondadosa, un reinado del Hijo de Dios, es decir, de Jesucristo.
Segundo, mirando a mi interior, me doy cuenta que dentro de mi también hay una conspiración, mi voluntad contra la voluntad de Dios.
Respiración contra respiración es conspiración.
Me doy cuenta de mi tendencia rebelde, a rechazar la autoridad de Dios.
Mi respiración contra Su respiración es conspiración.
Quiero sus bendiciones pero no su señorío.
¿Dónde esta la solución?
En el Rey, en el Hijo de Dios, en Jesucristo.
¿Qué debo hacer?
Servir y honrar a Dios.
¿Cómo puedo hacer esto en medio de tantas conspiraciones?
¿Dónde está lo bueno de la vida?
Bienaventurados todos los que en él confían. Salmos 2:12 (RV1960)
Confiar en Dios.
“¡Otra vez!” – siempre confiar, siempre.
Necesito poner mi confianza, mi fuerza, mi inteligencia, mi vida en Dios.
Ahí esta la dicha, la bendición.
Lee tu Biblia.
Lee, observa y pregunta.
Ve la foto al principio de esta publicación.
A veces queremos leer la Biblia con máscara, lentes y “cubrebocas”, es decir, con tus ideas, juicios previos y limitaciones.
No necesitas “saber”.
Necesitas leer, observar, preguntar y confiar.
Verás la conclusión del texto llegar y, ya para esas alturas, tu corazón estará inundado de Dios y sabrás qué hacer con tu día a día.
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