Imagina cómo Marcos escribió su evangelio.
Cierto día tomo un rollo de papel, un pergamino en blanco, una pluma de ganso y un tarro de tinta negra.
Frente a una mesa, sentado, mirando el papel, con miles de ideas en la cabeza.
Imagínalo, rascándose la cabeza, pensando:
“¿Por dónde empiezo?”
Voces, imágenes, ideas rondando su mente.
La voz de Pedro retumbando en su corazón.
Sí, Pedro fue uno de los mentores de Marcos. De él fue quien tomó testimonios de la vida de Jesús, junto con los testimonios de otros testigos, incluyendo los otros apóstoles.
El evangelio de Marcos fue el primero de los cuatro. Hay evidencia que muestra que sirvió de guión para los restantes evangelios.
Marcos no tenía ninguna referencia por donde empezar. Sólo las enseñanzas que vía oral se iban transmitiendo de boca en boca, de iglesia en iglesia.
¿Por dónde empezar?
Para un escritor, las primeras líneas de su libro, novela, poema, son las más difíciles.
Probablemente nadie comienza escribiendo el principio.
El principio se escribe después de madurado el concepto, cuando hay claridad en lo qué se quiere transmitir.
Marcos decidió comenzar así :
“Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.” Marcos 1:1 RV1960
Así de simple.
Marcos tiene años oyendo las enseñanzas de Jesús; incluso, tiene años predicando de Jesús.
Ha entregado su vida a un evangelio, que no esta escrito.
Cuando pensamos en evangelio, pensamos en un documento escrito.
Aquellos primeros discípulos, cuando hablaban del evangelio no tenían en mente eso.
Cuando hablaban del evangelio solo tenían una referencia: Jesús.
Jesús encarna el evangelio.
Jesús mismo es la buena nueva.
Jesús es el evangelio.
¿Por dónde empezó Marcos?
Por el principio, así inaugura su narración y la narración del evangelio de Jesucristo.
Por Jesús, por la persona de Jesús, nos deja claro que es una persona, cien por ciento humano y al mismo tiempo Dios.
Marcos no fue un escritor profesional pero su obra es parte del libro más leído y vendido de todos los tiempos.
Marcos tampoco fue un líder protagónico. No era del grupo íntimo de los doce discípulos de Jesús. Era uno más de los cientos de seguidores.
Marcos no fue un ejemplo de discípulo intachable. Abandonó la misión en la primera oportunidad. Dejó a Pablo y a su primo Bernabé para regresar a casa.
Marcos enfrentó la batalla para conquistar sus debilidades.
Marcos un viajero constante un hombre de acción.
Su vida le permitió estar rodeado de personas que le sirvieron como testigos presenciales de los hechos y dichos de Jesús.
En los capítulos finales del evangelio, cuando Jesús es detenido, Marcos nos hace ver que Jesús se quedó solo. Todos le abandonaron, incluyendo un extraño joven.
“Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Cierto joven que se cubría con sólo una sábana iba siguiendo a Jesús. Lo detuvieron, pero él soltó la sábana y escapó desnudo.” Marcos 14:51-52 NVI
Si Marcos es el joven que se describió, como muchos piensan, es una buena ilustración de lo que somos como seguidores de Jesús.
No estamos preparados.
Huimos.
Estamos desnudos.
Tu y yo somos Marcos.
Tenemos tiempo escuchando hablar de Jesús.
Tenemos apuntes, citas, Biblias, experiencias, vivencias acerca de Jesús.
Estamos convencidos y persuadidos del evangelio.
Pero seguimos de lejos a Jesús.
Nos acercamos, queremos entregarnos, cumplir la misión, servirle y, al poco tiempo abandonamos, nos distraemos.
¿Por dónde empiezo Señor?
¿Para dónde voy Señor?
Cada día esperamos que Dios le dé lógica a nuestra vida; que le dé sentido.
Anhelamos algo superior. Así comienza todo.
Por el principio.
Con Dios, con su eterno plan de redención que ahora se hace carne, es Jesús.
Jesús es el evangelio.
Jesús es la buena noticia.
Jesús está inspirando el evangelio en la hoja en blanco de nuestras vidas, para darte sentido y dirección.
Así como Marcos, ahora estamos frente a una hoja de papel en blanco.
Nuestra vida es esa hoja de papel.
Jesús quiere hacer de nuestra vida una versión del evangelio.
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